Para los fanáticos, cobardes y asesinos terroristas, esos son sus enemigos: personas que comen tranquilamente en un restaurante, van a un concierto con sus amigos o a un estadio de fútbol para animar a su equipo. Todo es pecado, todos son infieles, hay que acabar con todos. Este planteamiento absurdo desgraciadamente no es nuevo y en nombre de la religión se han cometido auténticas barbaridades. Lo peor del caso es que ocurra en el siglo XXI y que como humanidad no hayamos superado este fanatismo sin sentido que sólo trae ruina.
Desde la Fundación Provocando la Paz condenamos los brutales atentados de personas inocentes en París. Una oración por las víctimas y un abrazo a sus familiares. Queremos remarcar el valor de toda vida humana y destacar que no hay nada que justifique la muerte de otra persona: ni una religión, ni una ideología ni cualquier otra diferencia de criterio. Estos atentados, como cualquier acto terrorista, son algo cobarde e inútil. Frente a la llamada a matar y a destruir de los fanáticos que quieren imponer su ley, hay una humanidad más potente y madura que apuesta por la vida y la construcción de un mundo más habitable por parte de todos sin excepción, que abandera un mundo lleno de respeto, dignidad de la persona, convivencia pacífica y LIBERTAD.